lunes, 15 de julio de 2013

SI HAS TOMADO PARTIDO POR LA JUSTICIA NO OLVIDES QUE LA JUSTICIA ESTA POR ENCIMA DE TU PARTIDO


Me tocó vivir la transición, y lo hice primero en Valdepeñas y luego en Madrid. Hice pintadas, me manifesté, utilicé la vietnamita para hacer pasquines y octavillas en tiempos que no teníamos ordenadores ni impresoras.
Ya en Madrid corrí delante de grises y de sus porras y hasta tuve los bemoles de cruzar la plaza de Embajadores con brazalete negro por la muerte de un estudiante, cuando esta estaba tomada por la policía. Me increparon y me temblaban las piernas pero adelante.
En alguna carrera nos refugiamos en un bar, donde el camarero te ponía sobre el mostrador un vaso con un dedo o dos de cerveza.
Aún así siempre tuve el presentimiento de haber contribuido poco o nada, que la lucha por la democracia ya se fraguó en años anteriores bajo una dictadura tiránica, y por otros valientes.
Pero hay algo que si recuerdo y muchas veces. Un cartel en plena transición que decía: “Si has tomado partido por la justicia, no olvides que la justicia está por encima de tu partido”.
Con el país sembrado de corrupción y apareciendo un sinvergüenza cada diez minutos, no tardan en salir en su defensa con uñas y dientes defendiendo la honorabilidad del sujeto compañeros de partido, a los que les recordaría yo la frase, claro que si han tomado partido por otra cosa, mejor callarse.
Que un sinvergüenza lo es aquí y en Fernando Poo, y que no me vale aquello del “hijo puta de los nuestros”, que dijo Frnklin delano Roosevelt.
Con los pies en el hoy y en horas más que bajas. Asistimos a la representación de una democracia más que tutelada, vivimos bajo otra dictadura más que encubierta donde las decisiones se toman vete tú a saber donde y por quién.
Listas cerradas donde eliges todo o nada. Programas que se olvidan y se incumplen a los 10 minutos de ganar elecciones que recuerdan aquel nefasto refrán chascarrillo de “prometer hasta meter y una vez metido olvidar lo prometido”. ¡Y no pasa nada oiga!
Se nos dice que lo blanco es negro y viceversa y se quedan tan panchos.
He de confesar que mi patriotismo está bajo mínimos, o más abajo aún. Que ya la roja y gualda, igual da al que escribe. Y la marcha real ya ni me pone.
Vivo en un país donde empezando por el jefe del estado bajo sospecha, y siguiendo por el presidente del gobierno podemos recorrer todo el amplio espectro para encontrar más de lo mismo, y no pasa nada. Esperan a que escampe y las aguas vuelvan a sus cauces, o a que se nos pase.
Así cuando los pillan con el carrito del helado, es porque somos mal pensados y malas personas, y no pasa nada. Y a mi me están entrando unas ganas de ser ugandés que ni lo cuento, que ya solo siento angustia y asco cuando desde un sitio u otro se defiende lo indefendible. Me revuelven las tripas el “tu más” el “anda que tu” y la supuesta honestidad de un gentuzo que empezando por no dar la cara se parapeta y niega lo más que evidente, lo que todo el mundo sabe y que unos dicen, otros callan y otros niegan, estos últimos a sabiendas que mienten.
Pero a mi me queda la pataleta, la rabieta, mi derecho a no votarlos (cada cuatro años), y algo más hermoso, mucho más. Me queda la palabra, al igual que a Blas de Otero.

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