lunes, 29 de octubre de 2012

MONTIEL


Aunque nunca le di importancia a tierras y profecías, si he de confesar que a uno le hace tilín y le llena de “orgullo y satisfacción”, el poder trabajar en su  pueblo.
Es por eso que durante las dos últimas semanas he podido sentir esa mezcla de dos sabores parecidos al agridulce. Un sabor alegre de llenar el aula del Centro de Internet, que ya me parecía grande, con 20 personas. Y un sabor a temor, de no estar a la altura de lo que se espere de ese curso de certificación digital y trámites.
Pero esos  temores se diluyen a los cinco minutos de comenzar, que como dice mi madre “el comer y el rascar, todo es empezar”.
Y así va trascurriendo mi curso desde las 16:00 en adelante.
Del pueblo donde nací, y del que estoy enamorado con locura, podría hablar durante horas, de su noble y fecunda historia, de la importancia de Montiel en el marco de la guerra de los 100 años y de su crucial enjundia en el cambio de rumbo y dinastía en castilla.
Hoy Montiel, que en la última década se resistió a la despoblación que sufre la Comarca, ve como su población va mermando paulatinamente para situarse entorno a los 1600 habitantes. El trabajo ha ido faltando, primero con la crisis del textil, luego con la de la construcción, y con ello también nos faltan esos jóvenes que salen y que regresan solo en fechas señaladas y algún que otro fin de semana.
En Montiel podemos disfrutar de su Castillo, que preside el pueblo, visible desde cualquier rincón de la localidad, y que parece que siempre nos mira como aquella simpática foto que te guiñaba el ojo te pusieras donde te pusieras.
El de la Estrella no es el único castillo, también tenemos el de San Pablo, aunque pocos son los restos que quedan sobre el cerro. Lo separan apenas un kilómetro de la población, y a mitad de camino entre ambos el Llano de la Fuente donde se yergue un monolito que recuerda la muerte del Rey Pedro I de Castilla.
No hay que dejar de visitar la Ermita del Cristo de la Expiración, antiguo convento de los Caballeros de la Orden de Santiago, del siglo XV.
La Iglesia  de San Sebastián, actual parroquia que sustituyó en su día  a la Parroquia de Nuestra Sra. De la estrella, situada en las laderas del Castillo. Iglesia construida en varias fases donde alterna arcos de estilo gótico tardío con los románicos. En 1440 se realizaron las obras de ampliación. Su fachada data de 1643, restaurada en 1976. Y la torre del siglo XIX, ya que en 1893 se derrumbó.
Y entre Iglesia y Ermita, apenas 700 metros de paseo para disfrutar de vistas urbanas atravesando la plaza y el casco antiguo, bordeando ese Castillo que siempre nos mira.
Conviene no perderse la visita al poblado de Torres, con restos de la Iglesia de mediados del siglo XIII a finales del XIV, restos de una antigua fortaleza  y de la ermita de San Blas (siglo XV).
Nuestras fiestas las celebramos en el segundo fin de semana de Mayo, en honor a la Patrona, la Virgen de los Mártires. Y en septiembre, teniendo como día grande el 14, en honor al Santísimo Cristo de la Expiración.
Pero yo recomendaría al visitante que no se perdiera la romería del 15 de agosto, y por supuesto el "Montiel Medieval" que celebramos en marzo, donde el pueblo todo se vuelca en la recreación de la muerte del Rey Pedro I de Castilla. Un ambiente de tres días que nos transportan a la Edad Media, en un ambiente sin parangón donde el visitante se siente uno más.







 

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