Si, si que había ido a las rebajas muchas veces, pero nunca el primer día y tan poco con esta picaresca.
La casualidad ha querido que este viernes 1 me tuviera que desplazar hasta la capital para otros motivos, y además que coincidiera con el primer día de rebajas, que nunca había vivido con esta plenitud.
Y a todo ello contribuía mi fobia a las aglomeraciones, colas y multitudes, por eso y como uno ya va entrando en años, y refranero que soy me acuerdo de “más sabe el diablo por viejo…” Y mucho antes en otra de esas visitas a la capital donde tienes la mañana echada, y además que matar el tiempo, pues me había metido en unos cuantos grandes o medianos almacenes a probarme ropa.
De más joven y para matar el tiempo me metía en las Agencias de viaje, a lo calentito en invierno o al fresco del aire acondicionado en verano y preguntaba por viajes exóticos, y yo que soy de viajar, pues me volaba el tiempo.
Por tanto el día 1, acabados mis trámites, me fui de tiendas con la tarea ya hecha, y por lo tanto sin necesidad de hacer colas en los probadores y de despistarme en la elección. Derechito al grano, al grano ya elegido. Y con que euforia había salido yo de las tiendas, por el precio de las dos camisas que vi hace unos meses, además me he traído dos vestidos para la señora y otro para la sobrina. Y aquel traje que me gustaba a mitad de precio. Y lo mejor del asunto que no los necesitaba, para este verano claro. La compra ha sido con vistas al otoño e invierno.
Y salía yo tan alegre pensando en que había descubierto las Américas cuando detrás de mi oigo a una señora hablando por el móvil: “si mamá ya he salido de las rebajas, me he comprado la falda que me probé ayer, y los pantalones… Al vestido no he llegado a tiempo, se lo habían llevado…”
¡Válgame Dios! ¡Y yo con estas alegrías! , ¡Si está todo inventado! La calle está llena de potenciales ministr@s de economía, con más visión de futuro y mejores ideas, y mejores soluciones. Esto si son cuadrar las cuentas. Y yo lo descubro a estas edades, claro que mejor tarde que nunca, o nunca es tarde si la dicha es buena, que diría mi abuela.
Y me apunto para las próximas.
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