miércoles, 17 de febrero de 2016

CUMPLEAÑOS Y REGALOS

No todos los cumpleaños son igual, ni igual son las ganas de celebrarlo. Todo está en el estado de ánimo y en el momento.
De igual modo no son igual los regalos ni la manera de verlos y recibirlos. Con la edad uno comprende que lo mejor ni tiene porque ser lo más bonito ni lo más caro, pero si lo que con más cariño se otorga, a pesar de su posible insignificancia.
Esa a veces pequeñez es lo que hace al regalo grande y único, y en ese sentido este año ha sido más que fructífero.
Así, programé para celebrar mi cumpleaños, una ruta familiar y senderista por parajes de Villamnrique, que las circunstancias del día a día llevaron al traste, por lo que la falta de tiempo, nos llevó hasta la mismísima puerta del Castillo de Montizón con el coche, y desde ahí un paseo en familia por los alrededores del río Guadalen en un paisaje de ensueño. Regalo que no cambia uno por todo el oro del mundo.



Y en relaxing y tranquilidad un aperitivo y comida en la localidad visitada, para volver después a casa, al sofá y las zapatillas de un domingo de tarde.
Si esto era una celebración anticipada al fin de semana, la del mismísimo día 10 no se quedó a la zaga en importancia. Después de 45 años volví al lugar que aquel día me impidieron ver, supongo que por protección. Aquella cueva que quedó al descubierto cerca del camino de Anibal, en término de Terrinches y de que a pesar de haber preguntado por ella tantas veces, nunca encontré. Seguramente porque no pregunté a la persona adecuada. Y de la mano de Juan de Dios Pelaez Román llegué hasta la cueva tapada, aquella cueva que hace tantos años me prometí buscar.


Y por último un tercer regalo, este en diferido, que aunque llegue después de la fecha, cierra otro de los deseos de siempre. Una bota de vino que me he regalado a mi mismo y que llega desde la Solana.




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