martes, 28 de septiembre de 2010

LA GATA DOLORES

Con el mono de gato que nos viene caracterizando desde la pasada primavera, no es de extrañar que cuando Dolores llegó hasta nuestra puerta y con ojillos de gata melosa dijera “miau”, mi hija se descacharrara.

Ya hace más de un año de que llegara a nuestra casa vía adopción por Internet Chanel, una gata negra de ojos verdes que nos cautivó. Era tan sumamente pequeña que hecha un ovillo dormía sobre mi sandalia mientras cenábamos en el patio.

Chanel fue creciendo, y sus trastadas también. No era cariñosa, era independiente e iba muy a su aire, era temerosa de lo extraño y se asustaba cuando abríamos la puerta de la calle.

Pero cuando se hizo adulta cambió el carácter, y era frecuente verla subida en el radiador de la ventana, mirando a través de ella, con esa cara triste de preso. También se le veía al acecho de la portada cuando encerraba el coche, hasta que una noche, con nocturnidad y alevosía aprovechó el momento en que salí a tirar la basura para darse a la fuga. Se marchó con su libertad.

Parecía que se la había tragado la tierra, nunca más volvió, ni para comer.

Hasta que una mañana temprano en esas rutas rutinarias que en su búsqueda hacía todas las mañanas, me la encontré saliendo de un callejón, en compañía de amistades, gatunas por más señas. La llamé, me miró, se giró y pasando de mí prosiguió con su camino y sus compañías.

Algún mes después dejamos de verla definitivamente, pero respetamos su decisión, quería ser libre.

La gata Dolores, es justamente lo contrario, un ser libre y callejero que se presenta ante nosotros cariñosamente, y después de cenarse el pienso de Chanel se va, y otro día vuelve, y otro más, y de repente también viene a la comida, y días más tarde al desayuno.

Nos ha cogido los horarios, a las 7 de la mañana ya está en la puerta de la calle y si nos retrasamos en salir maúlla, y más todavía ahora duerme en la ventana.

Y ya rizando el rizo y con la excusa de que llovía, hace unos días aprovechó el momento en que encerraba el coche para tomar posesión de la cesta de Chanel.

Que diverso es el mundo, mientras unas aprovechan el resquicio de la puerta para salir otras lo aprovechan para entrar, unos buscan libertad, otros cariño y cobijo

1 comentario:

  1. A mi tambien me gustan los gatos, ya te presentaré a mi gato Frijolito. Bs

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