Transcurrido ya un tiempo más que prudencial y con el
apremio de mis adentros, ando recomponiendo apuntes de la ruta. Viendo y
reviendo, leyendo y releyendo para dejar constancia escrita de esos 5 días
maravillosos por caminos del antiguo y conocido campo de Montiel y de la
Mancha.
Reconstruyendo momentos mágicos y menos mágicos aparecen anécdotas
y aventuras que cobran vida por si solas y que algunas iré relatando en este
blog. Hoy toca rememorar el miércoles 12 de junio de 2013, nuestro primer día de ruta.
Aventura del Paraíso:
Según nos vamos acercando a la carretera CM-412, Javier nos
comenta que es hora de retirarse de la ruta y volver a sus quehaceres, que a la
noche nos volveremos a ver.
Oído esto por Don Quijote, y al dejar este constancia visual
que a la derecha queda el cementerio, y sabedor nuestro caballero que Javier es
hombre que “para atrás ni para coger impulso”, mira a su izquierda e intuye y
manifiesta con voz tipo Fernando Fernán Gómez: …” Así que amigo Javier nos
abandona, se queda usted en “El Paraíso”.
Pues sepa vuesa merced que aunque “de Madrid al cielo” y “de
Infantes al paraíso”, vuelvo sobre mis pasos a mis quehaceres, que ando
embarcado en una ínsula. Y se nos despidió Javier.
Aventura de los
tórtolos:
Ataviados de época, cogidos de la mano y en mitad de esos
campos cubiertos de viñas y olivos, nos encontramos con un labrador motorizado
que no debía de salir de su asombro. Y yo que soy de empatizar, me imagino al
buen señor pensando ¿de donde habrán salido estos, y a pie?. El hombre viene
hacía nosotros o viceversa, sus ojos como platos y la moto en zigzag, vamos, pensando si caerse o no caerse. En el momento del cruce lo saludo con un
“buenas tardes buen hombre”. Nos mira de arriba abajo e incrédulo se baja de la
moto y se pone a mirar las olivas. Giro la cabeza y me lo encuentro detrás de
la oliva asomando media cara detrás de la oliva cual visillo.
Dejamos al labrador con sus elucubraciones y proseguimos
nuestros andares hasta unos chaparros junto al camino donde decidimos esperar
grupo.
Aventura del Peugeot
Tras la primera adversidad
después de iniciar la Ruta del Toboso
que hizo imposible el cruce del cauce del Tortillo y ante los recovecos que
hubo de hacer la comitiva, esta se disperso, dejando atrás carro y caballos.
Andaba pues nuestro hidalgo
caballero y su fiel Sancho con Jesús Pérez, tratante de burras mansas y un
matrimonio de aldeanos de la villa de Montiel, cuando por el camino apareció un
Peugeot azul al que no dudó en echarle el alto.
Se adelantó el tratante para
preguntarles si se dirigían al Toboso, tras lo cual nuestro caballero se
dirigió a ellos alzando lanza y mirada al cielo diciendo “Sepan vuesas mercedes que yo soy D. Quijote de la Mancha, caballero de
la triste figura y me dirijo al Toboso a ver a mi amada, la sin par Dulcinea, emperatriz de la Mancha…”
Interrumpiolo Sancho; “Mi señor…”
Con los cristales a medio bajar,
por precaución y desconcierto de no adivinar quien había colocado en aquel
paraje en el que no se divisaba vehículo alguno aquellos cinco personajes ataviados
de época y metidos en un papel que hasta ellos mismos se creían, nuestros
labradores no atinaban el momento de pisar el pedal y salir de aquel
desconcertado entuerto, dejando la curiosidad del por qué, cómo y quién para
otra mejor ocasión.
Aventura de la primera borricá
El grupo se dispersa nuevamente,
y al pie de Alhambra ya esperan D. Quijote y Sancho Panza, el carro y los
caballos, y miembros de la Cruz de Santiago que nos esperan para hacer la
entrada en Alhambra al son de los cánticos. Espera también la yegua blancia que
trae Reinosa desde Ruidera y que se incorpora a nuestra ruta para ser montada
por nuestro D. Quijote.
Desde los miradores de Alhambra y
los que esperan nos divisan. La burra sigue igual. Ya hay nervios. Llamada de
mi mujer que también espera con el grupo.
-
¿Dónde estás?
-
¿Me puedes cambiar la pregunta por otra más
fácil? Por que no se donde estoy y aunque lo supiera no te lo sabría explicar.
-
¿Y qué hacéis?
-
Tirando de una borrica
-
¿Y cuando llegáis?
-
Voy a preguntar a la burra.
Descubrimos casi por casualidad
que la burra se ha encaprichado con el coche de protección, dudamos si por el
volumen lo confunde con la madre o es que está encaprichado de su sombra. Más
bien lo segundo, y surge la chispa.
Jesús agarra su ramal y el coche
comienza a moverse y la burra también. El coche al paso de la burra y la burra
a la sombra del coche en perfecta simbiosis conseguimos llegar hasta Alhambra.
FOTOGRAFÍAS DE LA PRIMERA JORNADA DE LA RUTA "COMPARTIENDO EL QUIJOTE"
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