Parece que fue ayer, pero han
pasado 22 años, que unidos a los tres de relaciones suman los 25.
La vida pasa rauda, pero como el
que no quiere la cosa el domingo celebramos el aniversario de boda.
Aquel nueve de junio de 1991 amaneció
brillante y luminoso, de encargo. La noche con los amigos de ruta de palabra en
palabra y de bar en bar se nos alargó.
Y como marca la tradición en
Montiel, acompañado de padrino, madrina y toda la familia que se concentró en
la casa familiar, iniciamos el paseillo desde el 19 de la Avenida de Santa Cruz
hasta la casa que hace 30 años me había visto nacer y que casualidades del
destino, era la casa de mi futura.
Emoción intensa por esa novia que
no acaba de salir, y que por fin sale radiante. Y más paseillo, con saludos a
todos los piropos esquineros.
Y como todas las bodas, tras la
misa, fotos de familia y fotos de álbum, bebimos y comimos en familia.
Recordar días tan felices e
intensos como estos, rodeado de los tuyos, son los que te siguen dando más que
fuerzas.
Al final han pasado 22 años desde
aquel día. No se habrán alcanzado todos los objetivos planteados, pero se ha
luchado por ello, y eso es lo importante. Dos hijos maravillosos y aquí
seguimos plantando cara a una vida que nos muestra el culo, en un contexto que no nos gusta, pero al que plantamos cara.
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