Necesitaba una Semana Santa, y no era por recogimiento ni
por motivos de espíritu. Necesitaba poner en orden mis cosas y a mi mismo.
Aunque intuyo que como siempre, se me quedará corta. Pero
vale la pena lo ganado.
A mi no me gusta la Semana Santa, no me ha gustado nunca. Ignoro los motivos y no he dedicado nunca a
pensarlo un segundo. Ahora lo hago, quizás por que mis dedos fluyen a unas
velocidades que obligan a mi mente a dar una respuesta.
No creo que deban ser motivos religiosos, porque por la
misma me enloquece la Navidad.
Pensándolo un poco, la Navidad celebra el Nacimiento, la vida, la luz. La Semana
Santa todo lo contrario, la muerte, el luto, la oscuridad. Y lo descubro ahora,
¡Claro que tampoco me lo había preguntado nunca!
Yo soy más de luz, vida y movimiento, de colores, de día que
de noche.
No he puesto el pie en la calle, lo reconozco, y la única
procesión que he visto ha sido la de Barcenas en el Intermedio, bueno en
Internet, picado por esa curiosidad que me trasmitieron las palabras de mi hijo
y mi suegro.
Me he dedicado a estudiar todas esas cosas pendientes que
hasta ahora me enviaba a mi mismo por correo para que no se perdieran. Cosas
que me llenaban la bandeja de entrada de interminables nuevos asuntos. He
limpiado la bandeja y he descubierto “Pocket” y “Google keep”, con lo cual mi bandeja de
correo ya no corre tanto peligro.
He formateado el pc, he hecho tutoriales, post,
manualidades. Me he olvidado de la repostería, que con la ajena es ya más que
suficiente.
He conseguido ver entera una película de esas que dan en la
tele, no madrugar algún que otro día, desengancharme de redes y un sin fin de
cosas que ya no ejercitaba hace tiempo.
Y hoy doy por enterrada la Semana Santa, el mes, el
trimestre… Y amanezco en la rutina de este 1 de abril, que en Francia es el día
de los inocentes.
Retomo mis caminatas tempraneras, otra vez sin luz, la
maldita luz, y mis quehaceres o desquehaceres diarios, me pruebo el nuevo traje
medieval, que ya era hora de cambiar el capisayo que albergaba 96 Kg . y adecuarlo a los 64
de hoy.
Semana que ha restituido mi cuerpo y mente a mi estado
deseado como si de una siesta borreguera y veraniega se tratara, de las que
descansa cuerpo y mente.
Y ahora girando la vista observo el calendario, sin un mísero
fin de semana libre de ataduras hasta el mes de junio, en que seguramente me
hará falta otra Semana Santa.
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