A veces los acontecimientos se precipitan, se multiplican y
hasta se desbordan. Algo que hasta hace nada me ponía de los nervios, más que
nada por querer estar en todo y no poder llegar a tiempo. ¡A veces se echa de
menos ese supuesto don de la ubicuidad!
No se si serán los años, pero últimamente me lo tomo más relajado
y si hay que priorizar se prioriza, con el único guiado del corazón y la apetencia.
Y así, del fin de semana,
se quedó en el tintero la asistencia al congreso de los 800 años del inicio de
la conquista Cristiana del Campo de Montiel, de las visitas guiadas a los
castillos de Montiel y Terrinches. Que este año perdone la virgen también por
no ver la traída, pero había que viajar si o si.
Amén de la odisea del viaje del viernes y la llegada a
Montiel en bus hasta Infantes, tocaba
cumplir con el padre y su cumpleaños, 79 abriles y como una rosa.
Y me puse manos a la obra en una tarta de merengue y crema
con cobertura de fresa y trufa. Y todo ello de buena mañana.
Para el sábado el cumpleaños de la madre, otras 75
primaveras abriladas. Esta vez el trabajo estaba adelantado. Con estas dos
fotos antiguas en blanco y negro, algo deterioradas se me ocurrió en principio
darles color y unirlas después en una sola composición para que acabaran en un
lienzo.
He de reconocer que alguna mejora más se pudiera haber
hecho, pero colgado el lienzo tampoco se aprecian a los ojos del distante esos necesarios
arreglos fruto de mi exigencia.
Pues invitación y cata de la tarta y queda el domingo para
cumplir con el resto de cosas pendientes, pero que perdonen que lo primero es
atender a las visitas, que parecen que se han puesto todas de acuerdo en llegar
en escalada.
Debo decirte, Pedro, que sigo tu blog. Me encanta el resultado de esas fotos antiguas en las que estan tus padres tan guapos. Les tengo un cariño muy especial. Besos
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