A pesar de estar tan sólo a 7 kilómetros de mi
casa, nunca había tenido la oportunidad de trabajar en santa Cruz de los Cáñamos,
pueblo pequeño del Campo de Montiel, con una población en torno a los 500 habitantes.
Y aunque se nota el contraste de dar clase en la mañana en
una ciudad de 30.000 habitantes y a la tarde en un pueblo de 500 habitantes,
las diferencias están en lo accesorio, en mesas, sillas, calefacciones nada más.
El mismo espíritu en los alumnos, con más interés si cabe
porque la periferia nos obliga a darle más importancia a las cosas que llegan a
nosotros.
Así en círculo en torno a un par de placas eléctricas y con
la pizarra electrónica por norte, damos en familia nuestro curso de certificación
electrónica y trámites a un heterogéneo y unido grupo. Con muchas ganas de
saber y avanzar, a pesar del horario intensivo, a pesar de que la calidez del
aula no sea la que todos quisiéramos, hay calidez humana que la suple y de que
manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario