Aunque nunca le di importancia a tierras y profecías, si he
de confesar que a uno le hace tilín y le llena de “orgullo y satisfacción”, el
poder trabajar en su pueblo.
Es por eso que durante las dos últimas semanas he podido
sentir esa mezcla de dos sabores parecidos al agridulce. Un sabor alegre de
llenar el aula del Centro de Internet, que ya me parecía grande, con 20
personas. Y un sabor a temor, de no estar a la altura de lo que se espere de
ese curso de certificación digital y trámites.
Pero esos temores se
diluyen a los cinco minutos de comenzar, que como dice mi madre “el comer y el
rascar, todo es empezar”.
Y así va trascurriendo mi curso desde las 16:00 en adelante.
Del pueblo donde nací, y del que estoy enamorado con locura,
podría hablar durante horas, de su noble y fecunda historia, de la importancia
de Montiel en el marco de la guerra de los 100 años y de su crucial enjundia en
el cambio de rumbo y dinastía en castilla.
Hoy Montiel, que en la última década se resistió a la
despoblación que sufre la Comarca, ve como su población va mermando
paulatinamente para situarse entorno a los 1600 habitantes. El trabajo ha ido
faltando, primero con la crisis del textil, luego con la de la construcción, y
con ello también nos faltan esos jóvenes que salen y que regresan solo en
fechas señaladas y algún que otro fin de semana.
En Montiel podemos disfrutar de su Castillo, que preside el
pueblo, visible desde cualquier rincón de la localidad, y que parece que
siempre nos mira como aquella simpática foto que te guiñaba el ojo te pusieras
donde te pusieras.
El de la Estrella no es el único castillo, también tenemos
el de San Pablo, aunque pocos son los restos que quedan sobre el cerro. Lo
separan apenas un kilómetro de la población, y a mitad de camino entre ambos el
Llano de la Fuente donde se yergue un monolito que recuerda la muerte del Rey
Pedro I de Castilla.
No hay que dejar de visitar la Ermita del Cristo de la
Expiración, antiguo convento de los Caballeros de la Orden de Santiago, del
siglo XV.
La Iglesia de San
Sebastián, actual parroquia que sustituyó en su día a la Parroquia de Nuestra Sra. De la estrella,
situada en las laderas del Castillo. Iglesia construida en varias fases donde
alterna arcos de estilo gótico tardío con los románicos. En 1440 se realizaron
las obras de ampliación. Su fachada data de 1643, restaurada en 1976. Y la
torre del siglo XIX, ya que en 1893 se derrumbó.
Y entre Iglesia y Ermita, apenas 700 metros de paseo para
disfrutar de vistas urbanas atravesando la plaza y el casco antiguo, bordeando
ese Castillo que siempre nos mira.
Conviene no perderse la visita al poblado de Torres, con
restos de la Iglesia de mediados del siglo XIII a finales del XIV, restos de
una antigua fortaleza y de la ermita de
San Blas (siglo XV).
Nuestras fiestas las celebramos en el segundo fin de semana
de Mayo, en honor a la Patrona, la Virgen de los Mártires. Y en septiembre,
teniendo como día grande el 14, en honor al Santísimo Cristo de la Expiración.
Pero yo recomendaría al visitante que no se perdiera la romería del 15
de agosto, y por supuesto el "Montiel Medieval" que celebramos en marzo, donde el pueblo todo se vuelca en
la recreación de la muerte del Rey Pedro I de Castilla. Un ambiente de tres días
que nos transportan a la Edad Media, en un ambiente sin parangón donde el
visitante se siente uno más.
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