Me atraía y lo veía lejano, difícil, desconocido. Nunca un programa me atrajo y me costó tanto conectar a la vez. Lo abría y lo cerraba.
Me imprimí un temario de más de 400 hojas y la pereza me invadió, pero no a mi hijo que en dos veranos se hizo con su manejo como buen autodidacta.
Y así pasaron los años hasta que tuve la oportunidad de iniciarme en el programa de la mano del amigo Juan Carlos Valero. Y le perdí el miedo, aunque tímidamente fui empezando a abrir el programa y siempre hacer algo más.
Me ayudaron, ¡Y de que manera!, los tutoriales, ¡benditos tutoriales del You tube , hasta que en 2011 las Amas de Casa de Almedina me pidieron un curso de iniciación al photoshop, y ahí hubo que ponerse las pilas, y vaya que si me las puse.
Y aquí descubrí que aunque muchas son las herramientas del photoshop, a mi parecer, tres son las más importantes: tiempo, paciencia e imaginación, y a partir de aquí a todo se llega.
Ha sido un largo camino que empezó con paint, picture manager, photoscape y gim hasta llegar aquí, pero cada día más contento con el programa y sus prestaciones.
Y después de muchas horas, mucha paciencia y muchos clic, he llegado a hacer cosillas que ya empiezan a tomar color, aunque siempre con la sensación de que aún queda más camino por recorrer que el recorrido.
Y a base de mucho cli-clic es como he conseguido pasar una foto a dibujo y luego colorearlo a mi gusto. Cambiando la flecha del ratón por el pincel. Y descubro que tanto uno como otro me relaja y me transporta, pues eso, que bendito sea el photoshop.
Y como muestra algunos pinitos con el recorrido desde cuando empecé hasta ahora
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