Hace un tiempo que vengo viendo un anuncio en el que dice
que es fallo o mala idea jugar a la piñata en el garaje.
Y yo que me quedo mirando y digo, “a buenas horas mangas
verdes”, por que esa mala idea ya la tuvo mi mujer hace un tiempo. ¿Y cómo
acabó la lámpara? Pues como la del anuncio, ni más ni menos.
Y desde su accidente, la lámpara ha permanecido tal cual la
dejó el palo, hasta la fecha, y no ha sido por dejadez, no, más bien por falta
de ideas para su sustitución.
Y le ha llegado la idea en forma de iluminación, nunca mejor
dicho, y de reciclaje.
Así que me pongo manos a la obra, con cuatro botes de la
papilla de mi sobrina Clara, que le había pedido a la madre para otros
menesteres donde finalmente no fueron utilizados. De la cesta de electricidad
que tengo en el cuarto de las herramientas saco unas boquillas viejas, corto
una varilla hueca en tres trozos de unos 3,5 cms, y cable negro.
Busco algún bote de pintura negra y blanco y opto por el
blanco para la lámpara y el negro para la base, aunque podría haber sido al
revés y utilizar cable blanco para unir ambas partes.
Y comenzamos cortando uno de los botes con la anchura al
gusto, servirá para ponerlo de base, pegado al techo y tapando los cables, a
modo de plafón.
A los tres botes grandes les hago un agujero justo en el
centro, al bote de la base le hago tres agujeros para pasar los tres cables y uno más a un lado para
atornillar la base al techo.
Pinto los tres botes grandes de pintura blanca, aunque se me
pasó por la cabeza hacerlo de otros colores o pintar paisajes de fondo o forrarlos
con alguna fotografía… y el bote pequeño de negro.
Tras conectar el cable a la boquilla, meto la varilla hueca
y paso el cable por el bote de dentro hacia fuera.
He elegido distintas larguras en los cables para romper la simetría.
Y justo en este momento se me ocurre incorporar al invento la tapa de plástico
de un bote, que ajustada a la base impedirá que se vea el tornillo que sujeta
la base al techo.
Es hora de hacer la conexión, y hecha esta, atornillar la
base al techo y subir la tapa blanca que queda perfectamente embutida.
Poner las bombillas y encender la luz son los últimos pasos de esta
lámpara reciclada de tres focos, a prueba de balonazos y piñatas.
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