Harto ya de ver pilas en los ceniceros y cajones, y arto ya
de la incertidumbre de saber si están cargadas o descargadas, medio descargadas
o para deshacerme de ellas, y harto también de ir de tienda en tienda buscando
y no encontrando el dichoso medidor de pilas, me pongo manos a la obra y me
dejo caer por el cuarto de las herramientas al que yo llamo cariñosamente el
laboratorio, y donde hay de todo un poco (“por si acaso”).
Dentro de la cubeta de electricidad, encuentro una pequeña
bombilla y algo de cable, un par de tornillos pequeños en otro cajón, y en la
cubeta de la carpintería una pequeña tabla.
Y ya está el artilugio. Ahora basta arrimar un cable a cada
lado de la batería, y la intensidad de la luz de la bombilla nos dirá la
intensidad de la carga de la pila, y para cuando la bombilla no luzca, pues guardáis
las pilas y cuando tengáis unas pocas al eco punto o punto de recogida.
Y ahora que la tengo hecha me encuentro el dichoso medidor en la cesta de las ofertas de una supermercado. ¡A buenas horas!
ResponderEliminar¡Enhorabuena!. Eres todo un Edison. Yo prefiero tu artilugio. Seguro que dijiste aquello de "me llena de orgullo y satisfacción...".
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