Me levanto en un sábado como los
de antes, como los de antes del verano, rutinarios y ya serenos, ¡bendita
serenidad! Sin despertador, en casa y para que el día cunda.
Aunque son muchas las cosas
veraniegas en el cajón de pendientes, que el curso de Turismo me ha consumido 3
meses.
Y fue le viernes cuando cerré las
puertas del castillo de Terrinches por última vez. Ha sido un mes de disfrutar
con un admirable paisaje tras la puerta, con la sierra del Relumbrar al fondo. Con
unas vistas tan espléndidas desde la terraza fortaleza que hacían olvidar los
85 escalones para subir a verlas.
Buenos momentos los vividos en el
castillo en este mes, y encantado con
las 279 visitas.
Me voy con un síndrome de Estocolmo
de caballo. Cautivado de castillo, yacimientos y entorno.
Dejo atrás 120 horas en uno de
los tesoros más hermosos del Campo de Montiel, con el run run en la cabeza de
haber que invento para hacerle una visita.
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