lunes, 9 de junio de 2014

TRASHUMANCIA EN LA CAÑADA REAL CONQUENSE

Hay cosas que no cambian. tradiciones que siguen. La trashumancia es una de ellas, y estos dias pasados pude disfrutar junto a mi mujer y los amigos Julian y Amalia del paso de un rebaño de 3000 ovejas por la Cañada Real Conquense, con dirección a Teruel. Un viaje según nos contaron los pastores de 20 días.
Acudimos en la mañana del día 5 de junio de 2014 hasta el Pozo de la Serna, para desde allí tomar el conocido como veredón y salir al encuentro del ganado, con el que nos encontramos a unos cinco kilómetros.
Al frente del ganado pastores a caballo, un caballo con cencerro marcando el paso y un burro más cariñoso que mi gato que vino a nuestro encuentro. Algún pastor a pie y perros.
Permanecimos impasibles contemplando el paso de la comitiva para una vez hubo desfilado ante nuestros ojos, incorporarnos y caminar detrás del ganado hasta llegar a la localidad del Pozo de la Serna.
Allí esperaban las cámaras de la televisión alemana que viene grabando los trayectos  y las etapas que recorre el ganado.
Se produce el corte de la carretera, y una vez ovejas y acompañantes la cruzan en dirección al puerto de Vallehermoso, nosotros volvemos  hacía Villanueva de los Infantes primero y Montiel después.
En la mañana del viernes día 6, la cita es en el pantano de la Cabezuela y esta vez no son ovejas, sino 220 reses.
Nada más llegar al pantano vemos en la loma frente a la casa rural el equipo de televisión preparado y el ganado al fondo bajando la falda de la montaña en dirección al pantano.
Desde un lugar privilegiado y junto a la carretera, observamos el paso del ganado que al final del camino gira para entrar en la carretera y seguir con dirección a la finca de Mari Sanchez y  desde ahí nuevamente vereda hacia el Pozo de la Serna.
Cerrando la comitiva viene el amigo Pedro R. Moya Maleno, a caballo y como un vaquero más, haciendo la ruta. Y verlo nos provoca envidia.
Volvemos sobre nuestros pasos con la satisfacción de haber sabido disfrutar del momento, de haber revivido nuestros ancestros, y de tener la oportunidad de observar de primera mano algo tan majestuoso que se lleva haciendo durante siglos, y que todos los años, atraviesa nuestro Campo de Montiel.


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