Y comienza la fase IV, a priori más complicada que las anteriores, y es que son muchos los retos, y cogiendo el toro por los cuernos, me tengo que poner a chapar los laterales de la chimenea para darle continuidad al zócalo. Es algo que aunque he visto hacer, nunca lo había hecho, con lo cual tras bajar el azulejo guardado en la buhardilla, me armo de dos herramientas indispensables para novatos, tiempo y paciencia, aunque he de decir que me quedé hasta sorprendido, y no necesité mucho ni de lo uno ni de lo otro.
Era cuestión de continuar dos columnas de azulejos a la izquierda y otras dos a la derecha, con dificultad en la pieza que cubre el pequeño escalón , y mucho entretenimiento en cortar las piezas de la columna última.
Comenzamos primero por la columna de la izquierda, más que nada porque la tapará la leña, y dejamos la columna de la derecha, que será la que más se vea, para el final, porque cabe pensar que ya tendré un poquillo más de maña.
Esto ya va tomando color, y promete. Ahora toca levantar en la pared de la izquierda una base de ladrillos que sujete la madera que va encima del leñero, y que puede servir luego de repisa o como he descubierto después de barra de bar.
Y terminada la base del leñero, llega la fase que me parecía más sencilla, y que en realidad más tiempo y disgustos me ha dado. Se trataba de tapar el hueco de la chimenea en torno al tubo.
Así que con el caballete a un lado de base de andamio, y al otro la propia chimenea y rescatando uno de los viejos tablones que tanto apaño me hicieron en la construcción de la casa, me pongo manos a la obra. No puedo meter el palustre al fondo, tengo dificultades para sujetar los casquillos de rasilla y cuesta, pero al final hecho está, en basto porque lo tapará el tiro de la chimenea, y lo que no lo remataré al final.
Y ahora al igual que ya hice en el piso, me toca lechar el zócalo, esta vez con cemento blanco, y una vez seco pues a frotar.
Digamos que todo estos trabajos son anexos a la chimenea en sí, y ahora me tocaba pasar a la parte externa. Y es que para la madera, necesité la ayuda de Andrés Gallego, escultor y amigo, al que le había llevado una viga vieja.
La cortó y comprobó que estaba en un estado de conservación espléndido, para tener más de 400 años. De todas formas y para prevenir la trató contra la carcoma.
Como la madera estaba mojada, decidimos no barnizarla hasta que no seque, si bien si puedo colocarla. No la lijamos para respetar su aspecto vetusto y salvo el corte que estará junto a la pared, el resto queda tal cual ha permanecido durante tantos años.
Y comenzamos nivelando y cogiendo con silicona la viga a las bases y a la pared. Utilizo de base el lateral izquierdo de la chimenea y la columna de ladrillo. Y mientras la silicona hace su efecto, voy terminando la fila y media de ladrillo que me falta, quedando de esta manera la madera embutida en la propia estructura de la chimenea y a un nivel más bajo que la madera que remata la obra.
Y como remate final, tapo con cemento fino el espacio que me quedó entre la viga y la pared. me ayudo de cinta de carpintero para evitar manchar la madera, y cuando el cemento hace el tiro levanto con cuidado.
Y mientras me doy la vuelta para recoger y limpiar, llega el amigo Sócrates a inspeccionar la obra y a tomar posesión de ella, que como buen gato, es curioso, y todo lo novedoso de la casa ha de pasar por su olfato para dar el visto bueno.
Ahora toca nuevamente visita al taller de Andrés, pero antes saco plantilla en cartón y medidas del remate final de madera para la chimenea. Esta vez la madera va en tres piezas encoladas, por lo que hay que dejarla que junte bien.
Pero mientras tanto, se pueden ir haciendo alguna que otra rutina, como la de hacer dos cortes en los laterales de la pared para embutir la madera y que se sujete. y ya de paso, trazar en la pared lo que será la campana de la chimenea, aunque no pasa de ser un boceto.
Andrés ya tiene la madera preparada, cortada en tres piezas y encoladas, con la pretensión de que el acabado respete el paso de los años por esta madera y la presente tal y como ha permanecido.
Ahora falta preparar un rebaje en la pared de manera que se pueda embutir la pieza de madera.
Y colocar unos ángulos que se fijarán a la pared para reforzar la unión de la pieza, a pesar que irá cogida en la base y laterales con pasta.
Colocando también un trozo de un resto de estantería, que servirá de apoyo a los bardos de la campana de la chimenea.
Y con esto, sólo queda probar la madera, nivelarla, que es ardua tarea por las imperfecciones de la misma. Y con la madera colocada en su sitio, solo falta rematar, cogerla con pasta y dar paso a la siguiente y última fase.
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