Con la base más que seca, el hogar colocado en su sitio tocaba la colocación de tubos a través de la chimenea. Y he de confesar que los tubos me han descolocado a mi. La chimena de obra que ya tiene sus años, tiene en tejado una salida de 27 x 27 y en el techo de la habitación algo más. Así, los tubos eran de 25, por lo que no presagiaba yo problemas, pero mira por donde al intentar ensamblar el quinto tubo este no pasa hacia arriba. La explicación es sencilla, parece ser que la viga del techo del segundo piso sobresale algo, poco pero sobresale.
La solución de desmontar teja y meterte en la camarilla del tejado a recortar la viga no me seduce, por lo que pruebo a dejar los cuatro tubos y a echar una buena lumbre para probar si hace humo, y nada todo impecable, por lo que opto por dejarla tal cual. Me ahorro los dos tubos y el sombrerete.
Y al calorcito de la lumbre me pongo manos a la obra con el forrado, colocando una primera base de ladrillos en línea con la pared y con el saliente de la base del hogar.
Para la segunda fila de ladrillo, ya debo retrancarme y guardar la línea de la estructura metálica, con un solo ladrillo, aunque alterno ladrillos enteros y partidos, además justo al hierro debo de cortarlos en diagonal para adaptarlos al hueco.
Es una tarea más que entretenida, pero los resultados se van visualizando poco a poco y merece la pena.
Y terminados los dos machones laterales, pongo una base de pasta y mientras hago unas cosillas fuera de Montiel, le doy tiempo a que endurezca.
Sigo poniendo ladrillos, esta vez ya uniendo los dos pilares y empezando el forrado de la estructura.
Llego hasta el nivel del zócalo con un total de ocho hiladas de ladrillo. Es hora de recoger y limpiar, y comprobar como va quedando todo.
Y con esto doy por finalizada la fase III, me tomo un descanso y mi cabeza ya va dando vueltas en torno a la fase IV, aunque de momento ya se pueden asar las patatas y lo que se tercie.
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