Tenía yo unos listones que me regalaron este verano los amigos de MONDEMA, listones que iban a ser y no fueron.
No fueron para lo que se pensaron, y andaban por ahí esperando una oportunidad. y les llegó la hora.
Porque a veces las cosas reposan o hay que dejarlas reposar hasta que llega su momento de utilidad, y todo nos puede ser util, que en algunas ocasiones más de uno estaría dispuesto a vender su reino por un caballo, o quien dice caballo elefante o lo que sea.
Así pues quiso la casualidad que al volver de la terraza de regar esos pimientos del piquillo, tardíos pero pimientos, mis ojos se fijaran en los listones que no culminaron proyecto y me dijera aquello de llegó vuestra hora.
Y así cortado cada listón en tres partes iguales, lijados, biselados dos de ellos y agujereados con fina broca, acabaron atravesados por tornillos del 4 y rematados con arandela o mariposa. Al gusto.
Y para rematar y terminar un trozo de restos de otro listón, ya más pequeño en horizontal, pegado y clavado con fina punta. Para quedar de esta guisa.
Y para rematar la faena y darle buen aspecto, que siempre la buena presencia da más prestancia, una mano de betún de judea y después de secar una capa de barniz mate sacado del baúl de los recuerdos.
Y listos están aquellos que fueron listones, para soportar pequeños lienzos y miniaturas y servir de adorno en cualquier rincón de la casa.
Y tiempo habrá en otras ocasiones, para no cansar, de hablar de los cuadros y de como vieron la luz, que no es oro todo lo que parece, pero eso hoy no toca.
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