No es que yo haya trabajado mucho con arcilla, pero en mis
tiempos de crío no la vendían como ahora, por eso nos acercábamos hasta “Tello”,
y en las inmediaciones del antiguo depósito
de agua cavábamos un poco y de ahí sacábamos
la arcilla. Arcilla que lógicamente había que limpiar después.
Con el tiempo y con los hijos pequeños volví a repetir todo
el proceso con ellos. La idea era no solamente mostrarles como se iba
obteniendo paso a paso un buen barro para trabajar, además luego guarreábamos
con la arcilla y por fin hacíamos nuestras obras de arte, para después cocer e
incluso pintar.
Al final del proceso, lo que nos salía era un taller de
padres/hijos, donde entremezclábamos la tradición y la diversión, y lo que es más
importante, compartíamos muchas horas de comunicación.
Este verano comentando con unos amigos que iban a realizar
un taller de barro con niños, volvió a mi mente todo aquello y no me lo pensé
dos veces. Me fui a por mi tierra. Después de cavar un poco, logre casi llenar
una lata, dejando espacio para el agua.
Tras unos días en agua, y darle vuelta de vez en cuando,
procedí al colado para quitar impurezas (hierba seca y chinas). Aproveché un
pasapurés viejo que tenía guardado en la buhardilla.
El siguiente paso es dejar reposar la lata con nuestro
barro, y a medida que el barro se asuela ir quitando con un bote el agua de la
parte de arriba. Y entre el agua que quitamos y la que se evapora conseguimos
que el barro vaya cogiendo volumen.
El último paso es preparar una tela, en mi caso una camiseta
vieja, y húmeda sobre la que vaciar el barro, que aún se ve tierno.
Después de cerrar y anudar la tela, lo dejamos reposar unos días más
hasta que vaya perdiendo algo más de agua.
Y ya tenemos lista nuestra arcilla para entretener a los
pequeños o entretenernos nosotros mismos. Que algo se nos ocurrirá.
¿Y que obra de arte has hecho con esa arcilla? Me gustaría verlo! Bss
ResponderEliminar