Con los charcos limpios como espejos, y los árboles llorando hielo, empiezo la mañana con un paseo.
Unos kilómetros para pensar y empezar a poner las cosas en su sitio después de los excesos pasados.
No me perturban ni los cantos de los pájaros, ni el ruido del agua del Segurilla, están integrados en la quietud del paisaje.
Vuelvo a casa como nuevo, dispuesto a empezar muchas cosas, el día, la semana, el mes, y la vuelta al trabajo.
Unos kilómetros para pensar y empezar a poner las cosas en su sitio después de los excesos pasados.
No me perturban ni los cantos de los pájaros, ni el ruido del agua del Segurilla, están integrados en la quietud del paisaje.
Vuelvo a casa como nuevo, dispuesto a empezar muchas cosas, el día, la semana, el mes, y la vuelta al trabajo.
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