De vez en cuando hay que darle un ¡Soooooooooo! a la rutina y tomarse un tiempo propio, dedicarse un fin de semana y lo demás que espere.
Así que con mis pantalones largos de faena, mis botas, guantes y un par de cubos me tiro al monte. Bajo el fresco de la mañana y acompañado por el trinar de los pájaros, me paso la mañana del sábado recolectando endrinas con la finalidad sabia de la hormiga de hacer granero de pacharán para el invierno.
Ya de vuelta a casa, conviene separar el fruto de la hoja y la maleza y poner manos a la obra. Y una vez preparado el brebaje, etiquetar y dejar dormir en el sueño del olvido, porque hasta finales de noviembre no se le podrá hacer la cata.
Y del sueño del olvido salió esa misma mañana la primera garrafa de 5 litros de licor de vino de nueces. Así que una vez filtrada y preparada la mezcla, se encuentra lista para consumir.
Y para rematar la faena seguimos haciendo despensa con la preparación de este licor de ciruelas, que debe esperar otro mes para su cata. Mientras tanto reposa al lado de otros dos vidrios con cerezas.
Y por hoy la licorería ha llegado a su fin, dejamos para otros fines de semana las moras y las hierbas, que es hora de restaurarse y dar una vuelta por la feria de Infantes.
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