Es justo cuando la rigurosidad del verano incita a la siesta y el descanso, a la
nocturnidad fresquita con los vecinos en la calle o a los chapuzones, cuando a
este aprendiz lejano de Quijote le da por desfacer entuertos.
Pero ojo, me refiero a entuertos domésticos. Y no creáis que he inventado nada nuevo, es lo que toda la vida se ha llamado “darle una vuelta a la casa”.
Pues con ese espíritu me propuse colocar un poco la
biblioteca, y metido en faena, lo que
era una limpieza y colocación pasó a ser pintura de muebles, de paredes,
colocación y reubicación de libros. Faena que a los pocos días se convierte en
el “quién me mandará a mi” o “esto no se va a acabar nunca”.
Pero como bien dice mi madre, las cosas bien hechas bien
parecen y nadie te va a preguntar cuanto tardaste. He ganado espacio y
comodidad y la digitalización de carpetas, libros y apuntes facilitan la búsqueda
de aquello que solo se encuentra cuando no se necesita.
Y no solamente uno está contento del resultado de dejar
preparado el entorno para ese otoño/invierno incierto que se avecina. Además la
efervescencia del momento hace que uno piense en el próximo entuerto
(domestico) antes de terminar el presente.
Finalizada la operación Biblioteca, da comienzo la operación
chapuzas varias a la que seguramente seguirán otras y otras y uno no descarta
que le falte verano y sobren chapuzones. ¡El caso es no parar!
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