Pues un bocadillo y doblamos el papel albal para una segunda ocasión, e incluso una tercera, pero llega un punto que por mucha economía que queramos aplicar, el papel no da para más.
En ese momento es cuando hay que buscarle otra utilidad, por aquello que aprendimos de que las cosas ni se crean ni se destruyen, se transforman.
Y aquí tenemos que con ese papel, una caja de puros y algo de cola para forrar la caja pegando el papel, tenemos suficiente.
Y una vez forrado, una mano de betún de judea y trapo después y a secar. A continuación una mano de barniz protector y ya tenemos nuestra caja decorada.
El antes y el después. Yo me he permitido poner una decoración añadida. Se trata de una flor con cápsulas de café. Y una pequeña bola para levantar la tapa.
Y con una cajita de crema de los zapatos nos da el mismo resultado
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