He de confesar que me sigo
alimentando mi espíritu artesanal de mi madre, al igual que ella lo hace de mi.
Desde el respeto a la matriarca y
después de quitarme el sombrero ante capacidad, imaginación y habilidad, me
atreví a darle salida a algunas cápsulas del café.
La idea era hacer cualquier tipo
de collar, pendientes, medallón o broche
que pudiera complementar a ese traje medieval para el próximo Montiel Medieval.
Y los resultados más o menos
aceptables. Al final merecen la pena esos microratos de inactividad que
relajantes se materializan en gratificantes satisfacciones.
Para las capsulas de plástico,
que no se pueden emplear en estos menesteres, llega la imaginación en forma de
macetillas donde plantar flores de cápsulas también.
Y por que no rescatar aquellos
madroños que en la niñez veía preparar a mi madre y que tanta gracia me hacia
ver los resultados. Muy agradecidos de hacer en una sobremesa nocturna con
fondo de programa televisivo y rodeado de familia. Madroños convertidos en copa
de árboles.
Además de originales,son muy bonitos
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