Por qué las cosas idas
engendran tanto dolor.
Ahora el viento de otoño
corre por estepas tan solo pobladas de musgo.
Esta mezcla como de hilos enredados
la extrañeza
por el pasar de las cosas
que no dejan más que un dolor insufrible
que hace que uno se demore y
beba de la propia hartura,
apoyado en la baranda de la galería
observando sin decir palabra
cómo los brotes vuelven otra vez,
y el viento en los bambúes
se parezca al que siempre escuchara
como si nada de lo acaecido
dejara marca perdurable...
No hay modo de mantener la primavera
la golondrina ha envejecido, el ruiseñor, cansado,
no ha vuelto a mi alero...
Lo que nos enseña la primavera que se va:
una vez envejecido, ya nadie vuelve a ser joven.
La brisa es apacible, la luna espléndida…
Si tienes el dinero suficiente, compra sonrisas,
aprovecha lo mejor que puedas tu momento,
no esperes a que las flores se hayan marchitado
para cortar la rama.
Li Yü, Año 1076